lunes, 3 de septiembre de 2012

La indignación: Una batalla perdida para la Agaromba.-


Hace muchos años en un famoso programa humorístico (en ese entonces, ahora es un show de vedetongas), había un sketch de un personaje que se llamaba Fernandito que se tomaba una pastilla llamada Agaromba y de esa manera todo le importaba nada. Él decía: “Me tomo un Agaromba y todo me chupa un huevo!” Hoy creo que traté de instalar esa frase en mi cabeza para resetear mi cerebro, pero la indignación es un fuerte combatiente y no se rinde. Y la odio porque me pongo muy monotemática y soy completamente consciente que parezco uno de esos discos de pasta rayados de antaño. Lo más gracioso es que mi audiencia de turno me mira azorada y atónita como si estuviera escuchando que el disco se trabo y no saben qué hacer para detenerlo. Ni siquiera intentan que siga andando. Debo confesar que visto en el tiempo cuando me “destrabo”, lo recuerdo y me resulta muy gracioso. Retomando, me quedó clarísimo que hay cosas a las que tengo que poner en orden de prioridad y que debo defender mis derechos y cómo me siento, pero cuando me tratan de mentirosa y me acusan de cosas que en la vida me darían los ovarios para hacer, me indigno. Y cómo! Ahí me di cuenta que involucrarme sentimentalmente con mi lugar de trabajo  fue un error. Que nunca debería haber sido LA prioridad.
Yo tengo la conciencia tranquila. Ellos sabrán que es lo que hacen. 

Lección nº1: Lo importante es lo que pasa de las puertas de mi casa para adentro, en mi familia, con mis amigos. El resto que se arregle.


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